Alberto Fernández ya piensa en un relanzamiento con Brasil mientras Lula se acerca a ganar las elecciones

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Luiz Inácio Lula da Silva tiene todos los números para volver a la presidencia de Brasil después de 12 largos años. Las principales encuestadoras lo colocan muy por encima del actual mandatario, Jair Bolsonaro, y con amplias chances de vencer en la primera vuelta del próximo domingo 2 de octubre.

Ante esta situación, públicamente el gobierno argentino empieza a mostrar algunos signos de conformidad por lo que posiblemente sea el desenlace electoral brasileño en caso de que se confirmen las tendencias. La presencia del gobernador bonaerense, Axel Kicillof, en el cierre de la campaña del Partido de los Trabajadores (PT) en La Plata es muestra de ello.

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“Vinimos a darle nuestro apoyo para que vuelva a ser presidente”, expresó Kicillof con tono de euforia y una remera que decía “Lula 2022″. En sus palabras se acobija el deseo del núcleo más duro del kirchnerismo de que el exlíder metalúrgico vuelva a tomar el poder del Palacio del Planalto.

No es casualidad que el Instituto Patria haya promocionado la actividad petista en la Argentina. Tampoco es un secreto la histórica relación que Lula mantiene con Cristina Kirchner desde los años en que Néstor Kirchner era presidente. Tal como le aseguraron a TN allegados de ambos lados, la relación de los dos siempre se mantuvo fluida y sin cortocircuitos.

Una agenda comercial en rojo

Uno de los principales motivos por lo que la administración de Alberto Fernández quiere que Lula regrese a la presidencia de Brasil es la de tener un aliado político al frente del principal socio comercial de la Argentina. Si bien las relaciones con el gobierno de Bolsonaro terminaron siendo mejores a lo esperado, desde Casa Rosada apuestan a relanzar el vínculo bilateral.

La balanza comercial arroja un rojo intenso para el lado de la Argentina. Según los últimos datos publicados por el INDEC, en el primer semestre del año el intercambio comercial arrojó un saldo negativo de 2.126 millones de dólares para el país, impulsado principalmente por la gran cantidad de electricidad que la Argentina importó desde el vecino Brasil -cerca de 1.7 millones-.

Hoy por hoy Brasil es el principal socio comercial de la Argentina, en tanto que nuestro país ocupa el cuarto lugar en el ranking de Brasilia. Es una foto clara del terreno por delante que el Gobierno tiene para recuperar. Además, en los últimos años, y producto de la crisis global, se vio un proceso contractivo en los intercambios bilaterales.

De acuerdo con la información relevada por el International Trade Center, Brasil es el destino del 15% de las exportaciones argentinas, mientras que nosotros recibimos el 4% de los que los brasileños importan al mundo. Entre 2017 y 2021 el comercio bilateral perdió 4 puntos porcentuales en la balanza total.

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Las tensiones políticas que existieron con Jair Bolsonaro desde el inicio del mandato de Alberto Fernández no terminaron por reflejarse en una baja sustancial en el intercambio comercial. Hubo una buena sintonía entre el círculo más íntimo del exmilitar con el embajador argentino en Brasilia, Daniel Scioli, quien desde hace meses trabaja para incrementar las oportunidades de negocios en caso de que Lula vuelva a la presidencia.

El sueño de una “América Latina unida”

El regreso del PT al poder hace soñar con un relanzamiento de una “Patria Grande” en América Latina o, como también lo llaman los analistas, “la segunda ola rosa” en la región, en referencia al triunfo de gobiernos de izquierda en los últimos años como en Chile, Perú, Bolivia, Colombia y en la Argentina misma.

De todas formas, y como admitieron a TN, los más cautos saben que es difícil comparar la coyuntura actual con la de los comienzos de los años 2000, cuando se dio la primera “ola rosa” con Hugo Chávez, Lula, Néstor Kirchner, Rafael Correa y compañía. En aquel entonces el precio de las commodities volaban, la estabilidad económica de la región era otra y el agua de la globalización permitía incrementar las exportaciones.

En la actualidad la Argentina y Brasil acarrean altos índices de inflación, reducción de las previsiones del desarrollo de la actividad económica y perspectivas comerciales muy distintas a la de 20 años atrás. China metió la cola en América Latina, avanzó múltiples casilleros, las materias primas cayeron y ya no existe la misma interdependencia.

Con todo, y ante las emergencias internas, el propio Alberto Fernández hizo de su agenda internacional un nuevo pilar de gestión. No lo va a decir abiertamente, o por lo menos no más de lo que ya dejó entrever en distintas apariciones públicas, pero el Presidente desea que con la llegada de Lula la izquierda progresista de América Latina pueda encolumnarse detrás de la CELAC, la UNASUR y los nuevos vientos de la “Patria Grande”.