Desde hace poco ha vuelto a oírse el rugido de un superdeportivo que muchos creían perdido en el garaje de los recuerdos. Un Ford GT 2005 que perteneció a Paul Walker, con apenas 3.701 millas en el cuentakilómetros y terminado en un escaso color rojo sin las míticas franjas, ha surgido de nuevo: ahora está en subasta.
La unidad forma parte de lo que fue la Always Evolving Collection, la colección personal de Walker y su amigo Roger Rodas, un legado que tras su muerte ha ido saliendo a la luz poco a poco. Este Ford GT en concreto es una de las 14 unidades fabricadas en 2005 con la pintura Mark IV Red y la configuración «stripe-delete», es decir, sin franjas, un detalle que ya de por sí le confiere un estatus casi de unicornio dentro del mundo de los supercoches clásicos modernos.
Bajo el capó suena un motor V8 sobrealimentado de 5.4 litros que, en su configuración de serie, rendía 550 caballos y un par de 500 lb-ft. Pero lo que convierte a esta unidad en algo especial no es solo eso: recibió mejoras «de las elegantes», con piezas y ajustes tras su paso por Always Evolving, como un cuerpo de acelerador Accufab, una reprogramación de la ECU, escape aftermarket, suspensión con amortiguadores Penske y llantas ADV.1, por citar algunos componentes. Eso si, sin perder su aire original.
El interior se mantiene idéntico al de fábrica, con tapicería de cuero, asientos Sparco, paneles de aluminio y un ambiente muy “GT old-school”, casi como si aquello hubiera salido del concesionario ayer.
Más allá de los números, lo que realmente mueve a los coleccionistas es la leyenda que lleva pegada. Paul Walker no era un actor cualquiera: fue uno de los clasicazos del cine de coches, símbolo de una cultura motorizada que sigue viva. Justo ahora que se cumple un nuevo aniversario de su fallecimiento, esta subasta funciona casi como un recordatorio de aquella época de gasolina, velocidad y amistad en el asfalto.
Sin duda, este no es cualquier Ford GT: es historia, nostalgia, rareza y, si alguien puja lo bastante, la posibilidad de poseer una pieza de coleccionista que combina el mejor turbo-clasicismo americano con el encanto de una estrella que ya no está.
Por eso, mientras sigan subiendo los precios en la puja, uno no puede dejar de pensar que quien se lo lleve no solo compra un coche: se lleva un pedazo de leyenda.
Fotos de Paul Walker | Bring a Trailer
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