Mientras España sigue tirando de caña, el mercado global de la cerveza vive su momento más frío en años

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Hay momentos en los que levantar una caña ya no sabe igual. Lo que antes era un gesto cotidiano, un símbolo de ocio o de camaradería, últimamente huele a cambio de tiempos. Mientras el mercado global de la cerveza sufre un bajón que no veía en años, en España parecen resistirse a bajar la guardia, aunque con matices.

A nivel mundial, el consumo de cerveza está atravesando una tempestad. El dato más reciente señala que las ventas y consumo globales se han enfriado considerablemente. Según un artículo de prensa, la combinación entre la preocupación por la salud, el encarecimiento de los costes, cambios demográficos y una subida general del coste de vida han golpeado duro al sector.

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Las cifras asustan: en países que durante décadas fueron orgullosos de su tradición cervecera (como Alemania) el consumo se ha desplomado. Pero en España la historia tiene otras aristas. 

Aunque el consumo de cerveza con alcohol tradicional ha caído algo, el auge de la cerveza sin alcohol ha conseguido que el sector siga aguantando el tipo, un segmento que ha crecido con fuerza: ya que representa una parte significativa de lo que se bebe en hogares y bares, y ha ayudado a que bastantes cerveceras nacionales sigan vivas a pesar de la recesión global del rubro.

España sigue siendo uno de los grandes referentes europeos: es el segundo mayor productor de cerveza de la UE y su industria sigue generando empleo e ingresos. Hay quien dice que la cultura de la caña y la tapa hacen que aquí no sea tan fácil rendirse, y que ese empuje social está sosteniendo al sector cuando otros países levantan bandera blanca.

Eso sí: resistir no significa que todo esté de lujo. La caída del consumo con alcohol, los precios al alza y los ajustes en la hostelería complican la partida. Como en todo giro, hay quien apuesta por calidad, innovación o versiones alternativas (la cerveza sin, por ejemplo) y quien no resiste el envite.

En definitiva, el panorama global pinta gélido para la cerveza. Pero en España el vaso no está vacío aún: hay sorbos de 0,0 o los de siempre, debates sobre hábitos, salud y precios, y una industria que intenta adaptarse para no quedarse en sequía. Las cañas ya no son lo que eran, pero mientras haya ganas de brindar, la historia sigue abierta.

Foto de Mark Broadhead en Unsplash

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