Luca Cordero di Montezemolo podría tener literalmente cualquier reloj del planeta en su muñeca: el ex-CEO de Ferrari y actual director de McLaren podría ir por la vida con un Patek de calendario perpetuo o con un Daytona vintage de los que se subastan por seis cifras. Pero no: su reloj preferido es una pieza intemporal de la relojería que cuesta menos que una cena en un Telepizza. Sí, así de loco.
Durante una visita en Londres, di Montezemolo fue visto por las calles e interceptado por un hombre que conducía su Ferrari, al notar que Luca pasaba por ahí, el propietario del vehículo le pidió autografiar el tablero del automotor, lo que, indudablemente, lo convierte en una pieza única, sin embargo, lo que más llamó la atención es que, durante este encuentro fortuito, Luca llevaba un conocido reloj que no era ni un Rolex ni un Longines, sino un Casio de apenas 25 euros.
Di Montezemolo no necesita demostrar nada, por eso, el modelo MQ-24-7B tiene esa magia que solo tienen los objetos absolutamente normales, que atraviesan clases sociales, generaciones y modas. En la cultura relojera en España ya se ha repetido mil veces: Casio es universal. Son las máquinas del tiempo de los estudiantes, de los currantes, de los que no quieren pensar en cargar un reloj o llevarlo al seguro ni al relojero.
Y sí, que un magnate como Luca se plante en una reunión de alto nivel con un reloj de 25 euros dice mucho del poder cultural de lo sencillo. Es como si Rajoy hubiese ido a las ruedas de prensa con un bolígrafo Bic y dijera: esto funciona, ¿para qué más?
Además es un reality check bastante gracioso para una industria que vive de la escasez artificial y el FOMO. Hoy mismo puedes entrar en Amazon y clavarte en la muñeca el mismo reloj que el ex capo de Ferrari. No necesitas lista de espera, ni historia crediticia. Lo compras y punto. Y ahí está el giro irónico: los relojes más caros del mundo aspiran a ser «icónicos», pero este ya lo es sin querer.
Con una estética minimalista que en realidad ha sido canon en Japón desde los años 80 y que todo el mundo ha acabado copiando. Que un multimillonario que se ha pasado la vida sentándose en mesas donde se toman decisiones de cientos de millones decida que su reloj diario es un Casio es casi una declaración sociológica en sí misma en la que se reivindica que el lujo verdadero es la libertad de escoger lo que te da la gana y no lo que «toca» llevar.
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