Cuando en vez de fútbol vas al bar a ver League of Legends: así se regenta un local de esports

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A escasos metros de la plaza Francesc Macià de Barcelona, en una de las calles estrechas de detrás que conforman uno de los barrios del adinerado distrito de Sarrià-Sant Gervasi, lo último que esperas encontrarte es un bar de esports. Sin embargo el Afterlife Bar lleva abriendo todas las tardes de la semana y hasta tarde desde 2015, y a pesar de esa localización sus responsables pueden presumir de que el negocio no les va mal.

Es uno de los cada vez más bares de esports que hay en nuestro país (Be a Legend en Zaragoza, Kame House en Sevilla), Level Up Soho en Málaga, Meltdown en Madrid…), y que centran el entretenimiento de su local exclusivamente a los videojuegos. ¿Hay mucha diferencia a la hora de regentar un bar así respecto a otro más «tradicional»? Hemos hablado con parte de la directiva de AfterLife Bar para averiguarlo.

«Elegimos Barcelona por tener más concentración de jugadores»

A primera vista, el que es el primer bar de esports de Barcelona no tiene nada de peculiar: es un bar como cualquier otro con aforo para 94 personas y 140 metros cuadrados, decorado al estilo de una taberna. Es cuando empiezas a fijarte en los detalles que ves que Afterlife Bar no es como los otros sitios donde puedes pedir un café o una cerveza: cuadros con ilustraciones de juegos, decoración steampunk, bebidas con nombre de brebajes de algunos juegos… y desde luego retransmisiones de campeonatos de ‘League of Legends’ en todas y cada una de las pantallas que hay repartidas por el local. Una zona trasera más amplia permite poner un gran proyector donde seguir partidas importantes.

¿De dónde vino la idea de crear un bar así en una época en la que prácticamente no existía nada parecido en España? Nos responden a esa y a más preguntas Begoña y Teresa, la mitad del equipo de cuatro fundadores (que contaron además con un socio capitalista) del local.

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«Pues muy sencillo«, comentan relajadamente en una de las mesas del bar. «fuimos hace unos años con nuestras parejas Pau y Edu a cenar juntos en una de nuestras casas en Castellón, y mientras comíamos vimos los mundiales de League of Legends que ese año se hacían en el Staples Center de Los Ángeles. Ya en aquella época Riot [la desarrolladora de League of Legends] hizo un despliegue de medios tal que aquello parecía los MTV Awards. Luces, espectáculo… a lo grande. Lo vimos en la TV (teníamos un ordenador enchufado a ella) y flipamos en colores. Y dijimos: cómo molaría estar en un bar viendo esto con otra gente en vez de estar en casa y liarla… porque esto es para liarla parda«.

La idea poco a poco empezaba a tener algo de seriedad. La curiosidad picó a esas dos parejas de gamers y empezaron a ver la audiencia que tenían ese tipo de eventos en plataformas como Twitch. A la semana, una llamada telefónica oficializó el proyecto: «¿Lo hacemos o qué? ¿Montamos un bar?» Las piezas encajaban, porque Begoña estaba estudiando un curso sobre emprendedores que literalmente enseñaba a montar una empresa tras haberse quedado en el paro.

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A partir de ahí el equipo hizo un estudio de mercado y probó suerte en Barcelona tras hacer algunas pruebas piloto en otras ciudades y ver que las mejores probabilidades de éxito estaban en la capital catalana.

«Al final vimos que lo mejor era abrir o en Madrid o en Barcelona. Y al final ganaba Barcelona: la sede de la LVP (Liga Profesional de Videojuegos) estaba allí, y en Barcelona nos salían más seguidores de eventos esports que en Madrid. Además, teníamos más contactos ahí. Además, siempre hemos sido un poco «frikis» de Barcelona».

A la pregunta de si hace falta mucho dinero para hacer la inversión inicial necesaria para abrir un bar de esports, Teresa y Bego responden rápido sin concretar cifras exactas: «lo justo y necesario para abrir un bar«. Tiene sentido, ya que a pesar de ser un bar dedicado al deporte electrónico no necesita demasiadas instalaciones especiales para ello. Cualquier bar deportivo para ver deportes como el fútbol o el baloncesto necesitaría también de televisores. La diferencia la harían los ordenadores y/o consolas de juegos necesarios en caso de que se quieran utilizar allí mismo.

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Tras cuatro años abiertos, las responsables del Afterlife Bar consideran que abrirlo ha sido una locura, una buena idea y un orgullo al mismo tiempo. «El negocio es rentable. Sobrevivimos«, resume Teresa. No consideran competencia a los otros bares: Teresa me dice con convicción que lo que consideran ellos competencia es nuestro sofá. O cualquier silla en la que te quedes en sentado/a en casa viendo Twitch.

«League of Legends es el fútbol de los Esports»

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Las cofundadoras de Afterlife Bar coinciden en que lo que más gratifica en el negocio es comprobar que «has logrado generar una comunidad«. «Saber que gente en el metro lleva una pulsera de nuestro bar y se abrazan aunque no se conozcan es muy bonito«. Al parecer, conseguir esa pulsera implica pasar por una especie de bautizo en el que tienes que tomar una bebida alcohólica preparada con lo que detecto debe de ser cierta maldad. «Lo pasas tan mal que creas un sentimiento de hermandad entre tus clientes«, comentan riendo mientras me aseguran que es legal. A día de hoy hay más de 5.000 pulseras entregadas.

‘League of Legends’, ‘Hearthstone’, ‘Counter Strike: Global Offensive’ y ‘World of Warcraft’ son los juegos que pasan por la memoria de Teresa y Bego. «Tuvimos que poner una entrada simbólica porque el bar se colapsaba cuando empezó el torneo mundial de ‘League of Legends’. La gente traía hasta banderas de Corea para animar a su equipo. A veces tenemos incluso que poner a alguien en la puerta para poder controlar la afluencia de personas, al principio fue duro porque avanzábamos a base de prueba y error y nadie los fundadores tenía experiencia en hostelería«. La solución, siguen, la encontraron respondiéndose a ellos mismos lo que querían encontrar si ellos fuesen a un bar de esports.

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Lo curioso es que por ejemplo fenómenos como ‘Fortnite’, que han invadido las retransmisiones de Twitch, no han tenido el mismo calado en sitios como el Afterlife. La razón es que no hay una liga o campeonato bien organizado de ‘Fortnite’ como lo hay de ‘League of Legends’: Teresa y Bego creen que es el juego que mejores torneos tiene a nivel mundial. De todas formas insisten en que su bar no es un «bar de League of Legends», retransmiten torneos de más juegos aunque sí afirman que ‘League of Legends’ es «el fútbol de los videojuegos«.

Otro factor importante de ‘Fortnite’ es que es un juego orientado a menores, a gente muy joven, mientras que otros juegos están orientados ya a mayores de edad que pueden venir al bar y beberse una cerveza. Teresa puntualiza que no hay límite inferior ni superior de edad para entrar en el bar, aunque la audiencia suele caber casi siempre en el rango de la mayoría de edad. ¿Y en cuanto a presencia femenina? Teresa y Bego aseguran que acuden muchas chicas a su bar. «A veces hay más chicas que chicos, y ayer mismo tuvimos dos mesas en las que sólo había chicas. Estamos viendo esto desde hace un año y medio«. Las ejecutivas también afirman que son el primer bar de esports con mujeres en la directiva.

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Dato curioso es también la gente que descubre este bar y entra por pura curiosidad o gente que pide (o incluso exige) que pongan un partido de fútbol que se está jugando en ese momento, confundiendo Afterlife con un bar de deportes tradicionales. «A veces nos han venido grupos de veinte chinos pidiéndolo«, comentan.

Aun así, se niegan. Teresa y Bego defienden que bares de fútbol ya hay muchos, y que lo que realmente cuesta de conseguir es un ambiente puramente gamer. Creen que si empiezan a ceder poco a poco poniendo retransmisiones de fútbol romperían con la tónica que quieren y acabarían convirtiéndose en otro bar de deportes cualquiera. Su respuesta es clara: «puedes ver el fútbol literalmente en cualquier otro bar de la ciudad«.

Una buena fuente de afluencia de público en Afterlife Bar es la organización de torneos propios. El local empezó organizando los suyos propios, pero acabaron por preferir que los organizara la propia comunidad de jugadores ya que saben hacerlo mejor. «Te aseguras de que todo sale bien y tú puedes centrarte en llevar el bar. Aunque nosotros siempre podemos hacer promoción del evento y así ayudar«.

«Está la gente que ve Twitch y está la que ve la televisión»

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«Predecir el futuro de este fenómeno de los Esports y bares como este es difícil«, confiesan Teresa y Bego. «No se sabe, se ha abierto un nicho nuevo, mucha gente todavía no lo conoce y hay una brecha generacional brutal«. Las empresarias dividen a esas generaciones en el grupo que conoce y mira Twitch y los que miran la televisión. Y según ellas, a ese último grupo les explicas lo que es Twitch y te miran «como si les hubieses hecho descubrir un nuevo planeta«. Les revelo que mis propios padres no se creen mucho que este fenómeno exista.

En cuanto a derechos de emisión, las propietarias afirman que son propiedad de los propios streamers. Por lo tanto la comunicación no la tienen con Twitch, si no que piden permiso a los propios creadores para emitir sus retransmisiones en el bar.

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En cuanto a la comunidad de personas que se acerca al bar, no sólo tenemos a gente que quiere ver torneos de videojuegos. Según nos explican también acuden jugadores aficionados y profesionales, incluso con sus entrenadores para analizar jugadas que se retransmitan en el local. También vienen equipos de esports enteros, y si hay disputas acerca de lo que se quiere ver se vota para ver quién tiene mayoría para elegir lo que se muestra en según qué pantallas del bar.

Teresa y Bego siempre resumen e insisten en que lo mejor de haber abierto un bar de esports es haber formado una comunidad de clientes, parroquianos, de la que se sienten orgullosas. Lo peor, siguen, es que se trata al fin y al cabo de un trabajo de hostelería y que es duro. «De todos modos, en cuanto ves el ambiente que has creado, te compensa. La lástima es que nos perdemos todas las ligas de videojuegos porque claro: tenemos que trabajar«. Ambas me dicen que si todo va bien, en el futuro podrían pensar en franquiciar para que haya más locales como el suyo en otras ciudades de España.