Cuando a un autónomo le llega la edad de la jubilación puede que tenga que enfrentarse a una dura realidad. Su nivel de vida a mermar drásticamente. La pensión que obtiene muchas veces resulta a todas luces insuficiente. Esto le obliga a prolongar su carrera profesional más allá de la jubilación.
Existen varios motivos por los que se puede dar esta situación que afecta a buena parte del colectivo. Por un lado, una cotización por la base mínima al final implica pensión mínima, en muchos casos se incluye el complemento a mínimos, dado que ni siquiera daba para la pensión más básica.
En otras ocasiones una carrera profesional corta e iniciada de forma tardía hace que tengan que prolongar durante varios años su cotización para no ver como su pensión es algo más elevada. Los problemas llegan sobre todo si durante esta carrera no se ha ahorrado o invertido en planes de pensiones privados.
Por último hay un tercer grupo cuyo desempeño profesional no tiene tanto que ver con un trabajo físico sino más de tipo intelectual. En estos casos continuar en activo es fácil de llevar y en muchos casos al tener su propio negocio no resulta tan pesado.
Está claro que en muchas circunstancias los autónomos prefieren cotizar por la base mínima y tener dinero en sus bolsillos durante su vida laboral. El problema es que si no han pensado en el futuro, lo van a tener muy complicado para poder jubilarse cuando llegue el momento y tendrán que optar por una jubilación activa.
Está claro que en este sentido no es lo mismo ser notario que ser encofrador. Cada uno tiene que preguntarse en su profesión si se ve haciendo lo mismo llegado el momento de la jubilación. Para el primero de ellos puede que no represente un problema, para el segundo dudo mucho que pueda mantener esa jubilación activa. Y tiene dos opciones, o cotizar más o empezar a ahorrar para la jubilación.
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