La diferencia entre trabajar por vocación y porque no queda otro remedio

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Por cuestiones personales, estoy pasando unos días en el hospital. Desde que llego por la mañana hasta la tarde noche que me marcho, no veo más que un personal que va desde los veinte años hasta más de cincuenta volcados en su trabajo al cien por cien.

Obviamente, su labor es vocacional, porque todos estamos deseando marcharnos de allí y ellos acuden todos los días con buen ánimo, cumpliendo con sus obligaciones y además con un extra: un trato cordial que ya sabemos, cura más que las medicinas, a veces.

Primera lección: humildad y compañerismo

Dos de los conceptos que debieran estar presentes en una empresa es lo que se respira en esta planta del hospital. Los pacientes tienen enfermedades serias, y el hospital muchas veces es un segundo hogar. Para empezar, se conocen por el nombre y el trato es tan cercano que parecen familiares, incluso mejor que algunos ya que a veces un paciente permanece muchas horas solo.

La humildad también es destacable. La relación entre médicos, enfermeros, trabajadoras de la limpieza y todo el personal que trabaja allí es positivo. Al menos, en general. El respeto no se confunde con un alejamiento, al revés. Están ahí para aprender los unos de los otros, porque al final, el que va a salir beneficiado es el paciente.

El objetivo es común: el paciente/cliente debe quedar satisfecho

Si los valores que se dan en un lugar donde se salvan vidas, se trasladaran a las empresas, más de una cambiaría su filosofía empresarial pero de verdad. No sólo a la hora de describirla en Facebook.

La misión más importante para que una empresa funcione es que todos tengan el mismo objetivo: que el cliente quede satisfecho y eso sucederá si hacemos bien nuestro trabajo porque nos gusta. No todos tenemos la oportunidad de trabajar de cara al público, pero se puede trasladar a uno mismo.

Lo que hago sirve, es importante para los demás, me siento orgulloso de mi trabajo y quiero que este cliente lo perciba

Cuando observamos en algún negocio una disputa, una discusión fuera de tono en público nos sentimos incómodos. ¿Cómo es posible esa falta de respeto hacia quienes vamos allí a consumir?

No vivimos en un mundo ideal, las discusiones se producen, el estrés está a la orden del día, pero si echáramos el freno antes de hablar, y de decir algo que pueda herir a un compañero, quizás el trabajo se haría más ameno y fácil.Un hospital público no es equiparable a una empresa privada, pero sus valores deberían ser copiados.

Imagen|Pixabay

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