El comercio local y su coqueteo con el lado oscuro a la hora de cambiar un producto

0
437

No todo son halagos ni bondades para el comercio local. Dicen que es positivo que de vez en cuando nos digan en qué erramos. Para, en vez de enojarnos, aprender de nuestras carencias. Si bien, no siempre es fácil admitir nuestros fallos. Cuando se trabaja de cara al público, es sano someterse a un examen diario.

Si como ya hemos comentado, la inmediatez por parte de Amazon y otras grandes superficies con tiendas online, son el peor enemigo del comercio local, lo que no es de recibo es no aprovechar esa ventaja tan manida de la cercanía y potenciar que algunos clientes opten por la compra online por el mal servicio que aún dan diversas tiendas locales que viven en el pasado.

Cuando realizamos una compra de un producto que queremos ver en tres dimensiones y comprobar que funciona a la perfección, apostar por una tienda local es un lujo para ese sector hoy día, cuando lo más económico o práctico puede ser acudir a una gran superficie donde el precio será más asequible y también nos lo probarán.

Pero si has hecho bien los deberes y tienes a clientes fidelizados , no es lógico que les hagas ir a hasta tu tienda en cuatro ocasiones. O vender productos defectuosos. Ese problema se da, cuando se quiere dar salida a un stock que parece no querer nadie, pero resulta que por internet está ofertado (a menos precio) y te lo llevan a casa.

El relevo generacional en el comercio tradicional, se siguen cerrando negocios rentables

¿Se estropea? ¿No funciona? Vienen y lo recogen. Pero cuando por esa idea romántica de seguir con la tradición de adquirir productos en las zonas de comercio local, apuestas por una de esas tiendas que lleva abierta ‘toda la vida’ pero, por desgracia funcionan, como ‘toda la vida’, te verás obligado a acudir muchas veces para cambiar tu compra.

Lo peor de todo es que las frases «me sabe mal», ya no le sirven al cliente. Puesto que le has quitado tiempo, dinero en transporte y casi las ganas de volver a comprar en este tipo de establecimientos.

Cuando no se cuida la presentación, la tienda está desordenada. No se sabe quién manda allí, y la persona que está tras el mostrador no tiene respuestas y admite que algunos productos pueden estar estropeados por estar en exposición demasiado tiempo, te da que pensar.

Es ésa una manera de vender? ¿De fidelizar a un cliente de antaño o nuevo?

La desgana y la apatía son dos cosas que se palpan en cuanto cruzas el umbral de un local. Críticas al jefe, comentarios sobre suciedad en el lugar, ir a recoger una compra y al llegar a casa encontrarte con algo que no habías elegido. Y así hasta el infinito.

Estamos en agosto, pero no todo el mundo disfruta de vacaciones, y malgastar tu tiempo en cambiar una compra invirtiendo horas en transporte público, para esperar que te realicen el cambio no es una buena estrategia para que los clientes se dejen seducir por el encanto de las tiendas locales que son las que realmente dan vida a nuestras ciudades.

Si un cliente hace una elección no es para que le digan un «lo siento», y no reciba a cambio una contraprestación más práctica como que no sea necesario comprar otro objeto allí y que le devuelvan el dinero, o que esas excusas vayan acompañadas de algo que le invite a volver a intentarlo y apostar por ese comercio porque todos erramos.

Imagen|Pixabay