Códigos de buenas prácticas tributarias, ¿qué son y cómo vinculan a los profesionales?

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La Agencia Tributaria y los representantes de los asesores fiscales han aprobado los códigos de buenas prácticas tributarias. Se trata de un instrumento que establece unos principios y compromisos para mejorar la cooperación entre la Agencia Tributaria y los intermediarios fiscales y profesionales tributarios para fomentar una serie de buenas prácticas de los contribuyentes.

Entre sus objetivos se encuentra el cumplimiento voluntario y la prevención del riesgo fiscal. De esta forma colegios y asociaciones adheridos deben tener un Código Deontológico de buenas prácticas. Igualmente se comprometen a informar a la Agencia Tributaria, con respeto del secreto profesional, de las irregularidades o malas prácticas que detecten sus asociados.

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A su vez los intermediarios fiscales se comprometen a no diseñar estrategias fiscales como la utilización de sociedades instrumentales en paraísos fiscales que puedan impedir o dificultar el conocimiento de los responsables finales de las actividades y titulares de los bienes y derechos investigados en un momento dado.

Deberán disponer del manuales de cumplimiento voluntario que determinen los criterios de trabajo y las recomendaciones de los asociados a sus clientes oponiéndose a conductas contrarias al ordenamiento jurídico, entre otras: llevanza de una doble contabilidad, interposición de personas jurídicas, opacidad de estructuras societarias, utilización de software de doble uso, realización de pagos en efectivo que superen los límites legales, operaciones de deslocalización fiscal ficticias, utilización fraudulenta de los procesos concursales, uso de estructuras de planificación fiscal agresiva que tiendan ilegalmente a la elusión o minoración de tributación en España, como la utilización improcedente de instrumentos híbridos o la deducción de gastos por compra de valores con apalancamiento cuando quede acreditado que la operación tiene como finalidad principal generar gastos financieros que sean fiscalmente deducibles

Se trata, por lo tanto, de una forma de que los clientes sean conscientes de que sus asesores fiscales, aquellos que diseñan su estrategia fiscal cumplirán escrupulosamente la legislación, sin buscar atajos o navegar por aguas grises que en un momento dado puedan dar lugar a una interpretación diferente por parte de la Agencia Tributaria.

Lo que no veo nada claro es al asesor fiscal denunciado en Hacienda a su cliente porque no ha cumplido o se ha deducido algo a lo que no tenía derecho. Los profesionales del sector tienen que ser rigurosos, pero también lo debe ser la Agencia Tributaria, y tenemos claros ejemplos de cómo muchas veces es la propia administración la que retuerce la ley para que la tributación caiga hacia su lado. Baste como ejemplo el caso de las dietas de los autónomos.