Así se hace el bizcocho más esponjoso, vídeo receta en la que mostramos cómo crece en el horno

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Separamos las claras de las yemas en dos recipientes distintos. Batimos las claras, mejor si es con varillas eléctricas para ahorrarnos el esfuerzo. Cuando empiecen a espumar añadimos la mitad del azúcar, dejando que caiga en forma de lluvia y sin dejar de batir. Solo paramos cuando las varillas dibujen un trazo en las claras.

A continuación, sin necesidad de lavar las varillas, batimos las yemas junto con el resto del azúcar. El color cambiará y se volverán pálidas, también aumentarán en volumen por la cantidad de aire incorporado. Al igual que con las claras, paramos de batir cuando las varillas dibujen un trazo en las yemas.

Incorporamos la harina al recipiente con las yemas batidas, poco a poco y a través de un colador o tamiz. Removemos con una lengua de silicona con movimientos envolventes para que no baje el volumen. Intercalamos cucharadas de clara batida antes de incorporar más harina. Si la mezcla está demasiado espesa y cuesta trabajar, añadimos un poco más de clara montada y seguimos mezclando.

Una vez obtenida una masa homogénea, la vertemos en el molde (recordad, de 18 cm de diámetro x 7 cm de alto y con base desmoldable) cuya base hemos cubierto con un disco de papel vegetal para que se desmolde fácilmente. Si el molde utilizado no es antiadherente, podemos rociar las paredes con spray para desmoldar o untar con una fina capa de mantequilla. A continuación alisamos la superficie e introducimos el molde en el horno pre calentado a 160º C.

Lo haremos sobre la bandeja (no sobre la rejilla) que tendremos colocada en la segunda posición empezando por abajo. Horneamos durante 35-40 minutos o hasta que veamos que está bien cocido. Esto dependerá del horno de cada cual, al igual que la temperatura que puede oscilar 10º C arriba o abajo.

El bizcocho se empieza a dorar a partir de los 20 minutos. Si no es el caso, será necesario ajustar la temperatura del horno acorde con ello. A los 30 minutos se habrá formado un buen copete en la parte superior. No pasa nada si se agrieta, aunque quede menos estético. Esto ocurre porque ha crecido demasiado.

Una vez retirado el bizcocho del horno, dejamos que se atempere antes de desmoldar. Bajará un poco, no hay que preocuparse porque es perfectamente normal. Como también lo es que se arrugue la superficie. Si queremos que se vea más bonito, lo volteamos dejando la parte superior del bizcocho en la base y la base, que está lisa, en la superficie.

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Con qué acompañar el bizcocho más esponjoso

A nosotros el bizcocho más esponjoso nos pide a gritos un vaso de leche bien fresca a su lado y disfrutarlo a la hora de la merienda. Nos transporta a la infancia y a las casas de nuestras abuelas, que con tan pocos y tan básicos recursos bordaban este bizcocho y muchos otros dulces.