Sitges 2019: ‘Sesión salvaje’. Un vertiginoso viaje por la historia del cine español que reventaba taquillas hace décadas

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Hace no tantos años el cine comercial español rebosaba imaginación, contundencia y falta de prejuicios. Debido a la estrechez de miras de la censura, que ignoraba el poderosísimo potencial simbólico y crítico del cine fantástico, España generó en solo unos años una cantidad de películas de género asombrosa. Imitaban los éxitos extranjeros, pero también se generaron mitos autóctonos, como el hombre-lobo de Paul Naschy, los templarios ciegos de Amando de Ossorio o las desbordante iconoclastia de autores como Chicho Ibáñez Serrador o Jesús Franco.

Y eso no fue todo: cuando terminó la Dictadura, la libertad y el libertinaje se apoderó de las pantallas, y llegó el destape y la clasificación ‘S’. El cine quinqui arrasó en taquilla y el nuevo star system vino comandado por Pajares y Esteso. Décadas de cine popular que acabó, en parte con la implantación de la Ley Miró, y en parte porque el público empezó a pedir otro tipo de entretenimiento alejado de la explotación y las sesiones dobles.

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De todo ello habla ‘Sesión salvaje’, un documental de Paco Limón y Julio César Sánchez que revisa con entusiasmo y devoción, pero sin que la nostalgia acrítica ciegue los recuerdos, aquellos tiempos de cine asilvestrado donde parecía que todo estaba por descubrir. Han puesto la cámara delante de nombres propios de la época como Simón Andreu, Esperanza Roy, Jorge Grau, Antonio Mayans o Emilio Linder, y también ante creadores actuales que reivindican la influencia de este cine, como Álex de la Iglesia, Nacho Vigalondo o Miguel Ángel Vivas. 

Hemos tenido la ocasión de hablar con Paco Limón y Julio César Sánchez del  proyecto, y nos cuentan que su génesis se remonta unos cuantos años atrás. Dice Limón que «hace cuatro años comenzamos a entrevistar a gente. Empezamos por contactar a amigos, como Javier Aguirre, con quien yo había trabajado. A Nacho Vigalondo le conocía porque habíamos coincidido en varios festivales. Antonio Mayans es mi vecino, desayunamos casi todos los días juntos. Unos nos llevaron a otros: por ejemplo, Antonio conoce a todo el mundo en la profesión, y así fuimos completando«.

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Para ponerlo en pie, los directores tuvieron un referente muy claro: ‘Not quite Hollywood’, el sensacional documental sobre el cine de explotación australiano. Según Sánchez, «La idea de partida fue: ¿por qué no existe esto pero dedicado al cine español? Me parecía obligatorio que existiera. Luego la película, con las entrevistas, fue cobrando vida propia. La idiosincrasia de nuestro cine nos daba una perspectiva que no tiene el cine australiano«.

Quizás el elemento más notable del documental es que, pese a que las condiciones de trabajo de la época y los cambios que ha habido en la industria propician cierto enfoque tremendista o nostálgico, los entrevistados van esquivando cualquier tipo de melancolía. Afirma Limón que «cuando te encuentras con gente que hace tiempo que no trabaja, te puedes encontrar con que caen en victimismos, tristeza o nostalgia, pero aquí eran todos muy divertidos» 

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«En un momento dado podían caer en cierta nostalgia«, continúa Limón, «que es normal, porque es gente que ya no está trabajando, pero su punto de vista era siempre muy positivo, de gente que ama el cine.» Este entusiasmo les ha llevado a tener un total bruto de entrevistas que superaba las treinta horas, pero ha habido mucho que cortar, «en buena parte porque no teníamos material para ilustrarlo por temas de derechos«. 

‘Sesión salvaje’: entre la autoría y la taquilla

Sesión Salvaje tiene muy clara su tesis: lo que hace especial al cine español de la época es la mezcla de carga autoral sin prescindir de su talante comercial. Dice Sánchez que «aunque la crítica siempre ha mirado por encima del hombro a la serie B, el grindhouse, el cine de explotación, lo que sea en cada país, lo cierto es que ese cine tenía carga política, carga social… no tenía una carga intelectual obvia, como sí tenía el cine de otros directores de la época, pero ahí estaba«.

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Paco Limón cuenta que para ello el empleo de los géneros era esencial para introducir y hacer digeribles esos mensajes: «Yo creo que el cine de género es el mejor vehículo para que un mensaje cale, porque entra mejor a través de códigos que el público conoce. Más allá de películas-panfleto o con mensajes obvios, se intenta calar a la gente a través de los argumentos o recursos que ya le son familiares«.

‘Sesión salvaje’ no se detiene en el internacionalmente famoso cine de terror de los últimos años de la Dictadura. También se adentra en el cine quinqui y las comedias de Esteso y Pajares. Los directores creen que la inclusión de estos tiene toda la lógica: «El cine de Esteso y Pajares tenía que estar porque Ozores ha sido machacado brutalmente, a veces de forma incomprensible. No queríamos reivindicar un solo género, como el terror, sino reivindicarlos todos: la fantasía, el policiaco, el humor…» 

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Paco Limón concluye que no querían dejarse nada fuera: «recuperar el espíritu de las sesiones dobles, donde tenías una película de cine quinqui codo con codo con una de Pajares. Ellos no hacían distinciones y nosotros tampoco«. Y afirma con rotundidad: «Puede que el espectador no fuera más sofisticado en los setenta, pero está claro que tenía menos prejuicios«.