‘La otra mirada’ termina su temporada 2 con un episodio almibarado que huele a despedida de la serie

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Al contrario que muchas de las otras series de TVE ‘La otra mirada‘ tenía clara vocación de hacer servicio público y realizar una educación en valores. Una serie claramente feminista que ensalzaba el valor de una mujer invisibilizada en la Sevilla de la década de los veinte como espejo de la actualidad.

Esta intención nada disimulada (la serie es bastante obvia a la hora de desarrollarla) es quizá lo que le ha pasado factura a la hora de destacarse en la programación del canal. Un 9.2% de cuota de pantalla media confirman unos datos nada propicios para una renovación.

Algo que ya se debían oler el equipo de guionistas (Alba Lucio, Irene Rodríguez, Ana Muniz da Cunha y Tatiana Rodríguez) al elaborar una temporada 2 de ocho episodios que ha conducido hacia un final que ha olido a despedida para siempre. Han atado tramas y cabos y las protagonistas se van de la Academia de señoritas mirando al futuro.

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‘La otra mirada’ regresó con Teresa (Patricia López Arnaíz) saliendo de la clase y decidiendo tomarse un tiempo antes de reincorporarse. En estas estará cuando se encontrará a Inés (Dariam Coco), una «morena» vagabunda a la que decide internar en la Academia. Esto provocará un gran revuelo en la escuela, con las alumnas protestando, los padres escandalizados y Manuela (Macarena García) recibiendo palos de todos los lados.

A esto se sumará la llegada de Carmen (Melina Matthews) como administradora de la Academia, algo que no le hará mucha gracia a Manuela y que abrirá viejos recuerdos de su juventud en la institución. Lo que nadie sospecha es que Carmen trabaja en secreto con Rafael Peralta (Javi Mora) para que este se haga con el centro.

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Otra Mirada Ines

Otra Mirada Ines

A lo largo de esta temporada hemos tenido temas para todos los gustos: desde el deporte femenino hasta algunos más polémicos como el aborto pasando por clasismo, racismo, sexismo… Y las guionistas han sabido desarrollar sus temas sin la tentación de incluir al hombre salvador. Al héroe, que no aliado, que hace que todo salga bien. 

Sin embargo, sí que la serie peca de simplificar y demonizar al villano. En vez de dotar a los Peralta y sus aliados de grises, son poco más que trogloditas machistas bien vestidos. Son el enemigo. ‘La otra mirada’ abusa, en este sentido, del blanco vs negro; del todo el que no está con nosotras está contra nosotras. 

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Esto, de hecho, hace que nos encontremos más con un cuento que con una novela rica en matices. Cae en el ciclo que nunca acaba de un «la Academia» contra el mundo con diálogos manidos, situaciones que caen en tópicos y villanos de opereta. Es más importante el mensaje que el cómo se transmite.

Lo que no quiere decir que, en este sentido, ‘La otra mirada’ no sea efectiva. El espíritu de la serie ha sido siempre el ser efectista, contundente y obvio con su discurso feminista. Y funciona muy bien debido a que nos encontramos con un drama bastante ligero y poco ambicioso. Pero a veces no es suficiente para construir la trama.

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Es algo que se nota, especialmente, durante el último episodio (previsiblemente) de la serie. Una vez terminadas las tramas capitulares llega el momento de culminar la trama de la temporada y ahí es donde más se ven las costuras de la serie y las limitaciones del reparto (sobre todo las alumnas), proporcionándonos un final almibarado y sin complicaciones.

Quizá la mayor pena de esta temporada 2 es que no han sabido (o no han querido) pulir aquellos fallos que tenía la primera. Aún así ‘La otra mirada’ ha jugado bien sus cartas y nos queda una serie a la que ves venir a lo lejos, es predecible y evidente hasta el dolor, pero que no puedes dejar de ver, de preocuparte por Manuela, las profesoras y las alumnas. Enrabiarte cuando no salen las cosas bien y emocionarte cuando ellas se emocionan.