Chernóbil más allá de la serie de HBO: 13 películas que han explorado la catástrofe y el pánico nuclear

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La madre de todas las catástrofes no se acaba nunca. Desde los que vivimos aterrados aquellos informativos alarmantes, la tragedia de Chernóbil ha estado presente cada día en el imaginario colectivo.

Pesadillas radioactivas

Todo el mundo en algún momento de su vida recuerda aquel fatídico 26 de abril de 1986, cuando una serie de desequilibrios en el reactor 4 de la central nuclear provocaron una serie de explosiones y la voladura de la tapa del reactor, expulsando enormes y letales cantidades de material radiactivo a la atmósfera, formando una nube de radiación que se extendió por Europa y América del Norte.

En formato documental, ficción realista, fantástica o con un simple guiño, las consecuencias de la catástrofe de Chernóbil cambiaron la historia de la humanidad, pero también impactaron con gran fuerza en los contenidos audiovisuales.

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Desde el principio, el cine y la televisión han servido como un mecanismo de alerta y de adaptación para ayudarnos a procesar los terrores invisibles de la radiación. En los años posteriores a Hiroshima y Nagasaki, a veces no ofrecía mucho escape: la película de 1954, ‘Godzilla’, utilizaba a una iguana nuclear, gigante y cabreada como sustituto de la bomba atómica. El monstruo inunda de terror en una ciudad desprevenida mientras causa destrucción en una escala incalculable. Ishiro Honda hizo que los paralelismos fueran difíciles de ignorar. 

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Más allá de los obvios paralelos monstruo-como-bomba, la película funcionaba perfectamente en su vertiente dramática (no como la horrenda secuela recién estrenada en casi todo el mundo salvo España) al presentar crudas imágenes de víctimas hospitalizadas que se hacían eco de las imágenes reales de los supervivientes que se veían en las noticias.

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Con el tiempo también se ha intentado utilizar el marco de Chernóbil en otros ámbitos. ‘Atrapados en Chernóbil’, lamentable revisitación de títulos como ‘Las colinas tienen ojos‘ perpetrada por Bradley Parker y Oren Peli, ponía de fondo la tragedia para ambientar un infame found footage que sacará los colores del mayor aficionado al (sub)género.

Menos afortunada en taquilla, puede que también menos respetada a pesar de ser muy superior a su aventura anterior, ‘La jungla: Un buen día para morir‘, tenía un chiste 100% McClane a costa de la radiación de la zona que provocó no pocas risas entre los seguidores. Si tengo que elegir entre alguna de las dos, siempre me quedaré con la que de momento sigue siendo la última entrega de nuestro policía favorito.

Realistas pesadillas de ficción

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Pero la catástrofe nuclear no solo ha alimentado al cine fantástico. Y como ha demostrado la magistral y pesadillesca serie de HBO, cuanto mayor realismo tiene el tratamiento al pánico nuclear, mayor carga de temores vitales, miedos personales y angustia existencial recibe el espectador. Incluso cuando se trata de animación. Y no, no me estoy refiriendo a ‘Cuando el viento sopla‘.

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Aunque el pánico nuclear no tenga nada de romanticismo, si nos empeñemos con ahínco en demostrar que somos unos románticos puede que recibamos al apocalipsis con mejor cuerpo. Tal vez, por qué no, acabemos convertidos en diamante. Steve De Jarnatt solo dirigió dos películas, pero una de ellas es una obra maestra absoluta. ’70 minutos para huir’ es una de las mejores pesadillas jamás rodadas.

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Pero no fue necesario esperar a la catástrofe de 1986 para meter el miedo en el cuerpo del espectador. En 1979 James Bridges presentaba su obra maestra, ‘El síndrome de China’, un clásico que aunaba el thriller periodístico tan de moda entonces con la otra gran apuesta de Hollywood: las catástrofes.

Con aires realistas y concienciados, también pone el ojo sobre la conspiración y el corporativismo sin perder credibilidad. La excelente dirección de Bridges y un reparto en estado de gracia hacen el resto.

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Por supuesto, siempre nos quedará ‘Threads’ como reflejo realista del what if y de las consecuencias de un desastre nuclear. Esta cada vez más reivindicada producción de la BBC sobre un hipotético ataque nuclear en la ciudad de Sheffield y sus consecuencias es una de las más desgarradoramente realistas apuestas por la crudeza radioactiva. 

En gran medida, el ‘Chernobyl’ de HBO de mediados de los ochenta pero con la desgracia de haber sido, más o menos, premonitoria.

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Contra todo pronóstico, otro gran mazazo nuclear llegó en una película tan comercial como una entrega de Jack Ryan pueda ser. ‘Pánico nuclear‘, primera y única incursión de Ben Affleck como personaje estrella de Tom Clancy, incluía una inesperada bomba nuclear reventando las ilusiones de un país. Porque el mundo, a veces, no importa tanto como esos inocentes aficionados que llenan estadios. Por supuesto, no estoy haciendo referencia a la gente de Liverpool.

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Documentadas pesadillas reales

En el estupendo catálogo de Filmin podemos encontrar ‘Voces de Chernóbil‘, documental basado en el libro de la Nobel de Literatura Svetlana Alexievich. El documental no trata sobre el incidente de Chernóbil en sí, más bien se centra en un mundo del que sabemos muy poco. Los informes de testigos que han sobrevivido, científicos, maestros, periodistas, familias, niños… gente hablando de sus vidas y de la catástrofe. Voces que forman una larga, terrible pero necesaria súplica que atraviesa fronteras y nos estimula a cuestionar nuestro status quo.

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Todavía inédito en España, ‘The Russian Woodpecker’ es un interesante documental vencedor en Sundance, que gira sobre una víctima ucraniana del desastre nuclear que descubre un oscuro secreto y debe decidir si arriesgar su vida y desempeñar su papel en la revolución al revelarlo cuando su país está atrapado por la revolución y la guerra.

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Hace más de quince años, HBO ya trató el asunto en un documental de cuarenta minutos titulado ‘Chernobyl Heart’. Este documental ganador de un Premio de la Academia trata sobre los niños que después del desastre de la planta nuclear de Chernobyl en 1986 han nacido con una condición cardíaca deteriorada.

Más allá de los problemas de salud atribuidos a vivir bajo el espectro de la lluvia nuclear, aquí destacan las condiciones de vida en las que se encuentra la mayoría de esta gente. Niños discapacitados y abandonados, personas mayores que se niegan a dejar su tierra natal a pesar de estar contaminadas con altos grados de radiación y demás miserias en forma de deuda humana con la tragedia.

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También de 2015, ‘The Babushkas of Chernobyl’ pone en el punto de mira la Zona Muerta que rodea al fatal Reactor nº4, donde una desafiante comunidad de mujeres se mantiene en pie en uno de los lugares más tóxicos de la Tierra. 

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Independientemente de los riesgos, todas las mujeres están ahí porque quieren estar, y son más felices que si se hubieran desplazado. Las personas que fueron sacadas de su hogar en los días posteriores a la explosión están muriendo más jóvenes, y un doctor sugiere que la angustia es un asesino más grande que la radiación a la que están expuestas las mujeres.

Otro prestigioso trabajo que ahora cumple veinte años es ‘Pripyat’. El documental cubre las historias de las personas que eligen trabajar y vivir en Pripyat. Los narradores de historias entrevistan a los guardias que vigilan la «zona» tal como se la conoce, en un esfuerzo por evitar que la gente retire cualquier elemento que haya quedado después de la evacuación.

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Ahora que la serie de HBO ha llegado a su fin, no está de más seguir indagando en la cultura y el legado de una tragedia que aún sigue vigente y que, aunque sea a través de la lujosa ficción de una plataforma millonaria, viene bien honrar de vez en cuando. Que no se nos olvide que no somos más que partículas insignificantes.