Jugar a no jugar

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Boca Juniors midfielder Fernando Gago (R) vies for the ball with Huracans midfielder Andres Roa during an Argentina First Division Superliga football match at Tomas A. Duco stadium in Buenos Aires, on August 26, 2018. (Photo by ALEJANDRO PAGNI / AFP)

Boca Juniors’ midfielder Fernando Gago (R) vies for the ball with Huracan’s midfielder Andres Roa during an Argentina First Division Superliga football match at Tomas A. Duco stadium in Buenos Aires, on August 26, 2018. (Photo by ALEJANDRO PAGNI / AFP)

Cuando Ariel Holan dijo que la Libertadores es un torneo de barrio, no se refería a que Santos había hecho jugar a un futbolista suspendido. Tenía razones del juego: las interrupciones habían bajado el tiempo neto a 45 minutos. Había sufrido, básicamente, lo que puede sufrir cada fin de semana en el torneo local.

En los 378 partidos de la Superliga pasada se jugaron 52 minutos por encuentro. El promedio es inferior al de todos los torneos de renombre. En la última liga española el tiempo neto alcanzó los 54 minutos, en la francesa, la Bundesliga y la Premier superó los 56 y en el Calcio, los 57. La diferencia puede no parecer tan sustancial, pero habría que partir en que no hay tanto margen para una distancia mayor. Los números en algunos partidos resultaron llamativos. En el Central-Newell’s y el Estudiantes-Gimnasia, los de peor registro, se jugaron ¡39 minutos 12 segundos! Los picos máximos llegaron a 63 minutos: Defensa 1-Patronato 0, Lanús 2-Unión 1 y Lanús 1-Patronato 1. No es casual de que en cinco de los diez encuentros haya jugado Lanús: fue el equipo con mayor porcentaje de pases correctos (82%). No sólo las infracciones generan interrupciones y las demoras sacan ritmo; también las imprecisiones. ¿O no les vienen a la memoria los cambios de frente que van directo al lateral? Al fútbol argentino lo caracterizan la intensidad y los espacios reducidos. A lugares más acotados, más fricciones y, en consecuencia, más cortes. En las reanudaciones, cuando un equipo está en ventaja, tardan todo lo posible. Una alternativa, ya no para nuestro torneo sino para el fútbol en general, es una posibilidad que, según contó Elizondo en el Mundial, estudia la FIFA: tiempo neto para los últimos diez minutos.

La Superliga apunta a profesionalizar distintas áreas. Quedó claro recientemente que los campos de juego son un rubro a mejorar. Por lo pronto, en varios aspectos los clubes ya se nutren de la organización. Los cuerpos técnicos reciben estadísticas de sus equipos y sus siguientes rivales. En esos números figura que en las primeras dos fechas del actual torneo, el promedio de tiempo neto fue incluso inferior a la temporada pasada: 50 minutos 24 segundos por partido. Un castigo para todo aquél que quiera jugar.